jueves, 30 de mayo de 2013

FRAGILIDAD

Me senté sobre la pequeña barda de piedra que marcaba los limites de la casa, mis pies colgaban y podía mecerlos suavemente, me tranquilizaba escuchar el sonido del agua que corría por el estrecho canal, era como la voz de una viajera que no se cansa de andar imaginándose que nunca llega a donde quiere así que corre y corre, los rayos del sol caían sobre mi cabeza como un par de manos piadosas que se permitían en ese momento dedicarme una caricia tierna, pensaba en lo diferente que era mi vida apenas unos días antes, antes que todo pasara, ya sabes, de esas veces en las que uno se piensa “si yo hubiese sabido, si no hubiese yo hecho esto o aquello, si hubiese dado mas” pero las cosas ya pasaron y no se puede hacer nada para retroceder el tiempo o cambiar los hechos.
Ahora me siento en silencio aquí en este rinconcito y recuerdo, la recuerdo sentadita en aquella silla de madera con tres patas sobre aquel suelo que espejeaba su reflejo con la luz que entraba a raudales por la ventana, su mirada perdida por la que muchas veces no supe si sufrir o dar gracias por que no sabia si seria para ella mas doloroso recordar todo lo que se había ido o no ser capaz de recordar absolutamente nada, aquel terrible retroceso que nos tardo años en llegar a ambas, ella pasando por la necedad de la juventud, el encaprichamiento de la niñez y el doloroso “destete” de la primera edad, yo que me devolví a la melancolía perpetua de alguna vida pasada. Solo dios sabe lo que me costaba llegar a aquel lugar y mirarla inamovible de su asiento en primera fila ante esa ventana mirando pasar los días sin notar el paso verdadero del tiempo, como si la vida se hubiese detenido en algún momento años atrás y ahora todo se moviera cada vez mas lento, como hacer mentalmente una superposición de imágenes cuadro por cuadro hasta conseguir algún movimiento forzado al hacerlas pasar velozmente frente a una pantalla blanca, la pantalla de la memoria que cada día era tan solo mas blanca y cada vez retenía menos memoria. Era una pena inmensa verla vaciarse sobre aquella cortina delgada aunque se que no hay peros o excusas que valgan fui distanciando cada vez mis visitas, hasta ese día en el que definitivamente ya no me reconocía…ni yo a ella. Supe entonces que nada volvería a ser como antes y preferí evadir la realidad, la mía, la de ella, la nuestra, aunque las cosas no dejan de suceder solo por ignorarlas o evitar mirarlas, ella seguía allí y yo aquí, cada una envuelta en una idea del mundo que la otra era incapaz de ver, por que uno solo es capaz de mirar el pasto alrededor de sus propios pies. Ahora me queda el alivio inútil de que lo que quedaba de ella, si algo quedaba, se haya ido por fin a descansar a ese lugar donde no hagan falta ventanas, cortinas blancas ni sillas equilibristas cojas por olvido o dolor. Lo único que queda es el espacio vacío, un libro abierto sobre la mesa, un rebozo de lana en el ropero, un clavel marchito, el estar segura de que ella ahora esta allá…y yo sigo aquí.

viernes, 17 de mayo de 2013

ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN

Estoy triste, y mis ojos no lloran
y no quiero los besos de nadie;
mi mirada serena se pierde
en el fondo callado del parque.

¿Para qué he de soñar en amores
si está oscura y lluviosa la tarde
y no vienen suspiros ni aromas
en las rondas tranquilas del aire?

Han sonado las horas dormidas;
está solo el inmenso paisaje;
ya se han ido los lentos rebaños;
flota el humo en los pobres hogares.

Al cerrar mi ventana a la sombra,
una estrena brilló en los cristales;
estoy triste, mis ojos no lloran,
¡ya no quiero los besos de nadie!

Soñaré con mi infancia: es la hora
de los niños dormidos; mi madre
me mecía en su tibio regazo,
al amor de sus ojos radiantes;

y al vibrar la amorosa campana
de la ermita perdida en el valle,
se entreabrían mis ojos rendidos
al misterio sin luz de la tarde...

Es la esquila; ha sonado. La esquila
ha sonado en la paz de los aires;
sus cadencias dan llanto a estos ojos
que no quieren los besos de nadie.

¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores,
ya hay fragancias y cantos; si alguien
ha soñado en mis besos, que venga
de su plácido ensueño a besarme.

Y mis lágrimas corren... No vienen...
¿Quién irá por el triste paisaje?
Sólo suena en el largo silencio
la campana que tocan los ángeles.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

SOY UNA MUJER - TÍMIDA - ROXETTE

SOY UNA MUJER


TÍMIDA

martes, 14 de mayo de 2013

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR LO QUE AMA

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

LUIS CERNUDA

YO NO TE PIDO LA LUNA - SERGIO DALMA



martes, 7 de mayo de 2013

LA GUERRA CONTRA EL VELLO...



Brenda llegó un poco alterada a mi casa. Venía de una cita amorosa y necesitaba desahogarse: "Acabo de vivir una de las experiencias más humillantes de mi vida gracias a Jorge, el hombre con el que estoy, o mejor dicho, con el que estaba saliendo. Estoy furiosa". Resulta que después de varias citas con el susodicho, finalmente pasaron al plano sexual, "y ahí se encargó de hacerme sentir la mujer más indeseable del mundo. Seguramente ha visto tanto porno y tan malo, que piensa que todas las mujeres deberíamos tener el pubis completamente depilado. No sé qué les pasa, pero alguien debería explicarles que además de ser un trámite engorroso, es innecesario y hasta nocivo para nuestra salud", concluyó Brenda.
Y aquí nos encontramos una vez más, discutiendo el tema de la depilación. Aunque lo hemos tocado de manera general, creo que Brenda tiene mucha razón. Hace falta hablar seriamente de la depilación del área genital, no sólo por sus implicaciones en la autoestima sino por las consecuencias negativas que tiene para nuestra salud sexual. Y cuando digo nuestra me refiero a hombres y mujeres.
De muchas formas se ha patologizado la sexualidad femenina. Continuamente nos hacen pensar que los olores, el aspecto y los flujos de nuestro cuerpo son "sucios". Basta mirar los comerciales de tampones, compresas y productos de "higiene femenina". ¿Por qué quieren aromatizarnos? ¿Por qué insisten en decirnos que los genitales o los flujos de una mujer deberían oler a flores silvestres? ¿Qué hay de malo en los olores o las texturas de nuestro cuerpo? Señoras y señores, no hay nada vergonzoso ni sucio ni desagradable con nuestro cuerpo. Esta tendencia a "perfumar" e "higienizar" nuestra sexualidad es consecuencia de un largo proceso que se inició hace muchos siglos, sólo que ahora la industria se ha adueñado del discurso y lo ha retorcido de tal forma que lo "limpio" y lo "natural" no tienen que ver con una cuestión de salud, sino con una imagen de lo deseable.
La idea dominante de lo deseable, al menos en términos de piel, es ser lampiño. Esculturas, ilustraciones, fotografías e imágenes en la pantalla nos muestran cuerpos femeninos cuyo único rastro piloso tolerable está en las pestañas, las cejas y la cabellera. Como si el resto de cuerpo no tuviese poros, como si la ausencia de pelos fuese no sólo un signo indiscutible de belleza, sino también un indicador de "superioridad" evolutiva, racial, social y hasta sexual. Me encantaría estar equivocada, pero últimamente el "gusto" masculino se inclina por el depilado total, bajando por el ombligo y hasta llegar a la espalda baja. Buena parte de la responsabilidad la tienen las películas pornográficas y las revistas, cuyas imágenes de mujeres barbificadas (de Barbie) y hombres kenificados (de Ken), moldean las preferencias del público.
Lo que más me llama la atención es que muchas mujeres —quizás en una situación similar a la que vivió mi amiga Brenda— han cedido a la presión y consideran indispensable depilarse completamente, en un intento por lucir "limpias" o "deseables", ya sea ante los ojos de su pareja o ante sí mismas. Recurren a navajas, depiladoras eléctricas, cremas, pinzas, cera o electrólisis. Pero (incluso tras la depilación láser) el vello vuelve a crecer y en el proceso, la piel sufre las consecuencias.
En un artículo recientemente publicado, la Dra. Emily Gibson explica por qué se debe terminar esta guerra contra el vello púbico. Puesto que la piel del pubis es muy delicada, se irrita con facilidad y los folículos se inflaman, dejando heridas microscópicas. Cuando la irritación se combina con la humedad y el calor natural del área genital, la herida se convierte en un caldo de cultivo para gérmenes y bacterias, como el estreptococo y el estafilococo dorado (cuya mutación más reciente resiste a la meticilina). Cuando las bacterias provocan abscesos, se requiere hacer una incisión para drenar la infección, lo que aumenta las probabilidades de dejar cicatrices. Por otra parte, cuando los vellos en crecimiento se encarnan, provocan infecciones cutáneas que también pueden transmitirse a la pareja.
El vello púbico está ahí por razones fundamentales de salud y protección. No sólo nos amortigua contra la fricción, también nos protege de los cambios de temperatura y humedad. Depilarse el pubis y los genitales nos hace más vulnerables a infecciones, debido a que las heridas microscópicas suelen estar expuestas a virus o bacterias transportados en las manos, la boca y los mismos genitales.
Para no pagar por la irresponsabilidad de la industria, lo mejor es tomar decisiones bien informadas. Se lo dije a mi amiga Brenda y aquí lo repito: no tenemos que soportar los prejuicios de quienes asumen irreflexivamente el modelo dominante de lo "deseable"; si al señor le molestan los pelos, el problema es de él. Como señala la Dra. Gibson, "el vello púbico tiene una función que cumplir, así que paren de rasurarlo y déjenlo en paz".

PUBLICADO POR:  El Blog de Luza Alvarado.