Un gran incendio se desató en un bosque de bambú. Las llamas alcanzaban
grandes alturas. Un pequeño picaflor fue al río, mojó sus alas y regresó sobre
el gran incendio, agitándolas con la intención de apagar el fuego.
Incesantemente iba y venía con sus alas cargadas de agua. Los otros animales
observaban sorprendidos la actitud de la pequeña ave y le preguntaron:
- Oye, ¿por qué estás haciendo eso? ¿Cómo es posible? ¿Cómo crees que con
esas gotitas de agua puedes apagar un incendio de tales dimensiones? ¡Jamás lo
podrás lograr!
El picaflor con una gran ternura respondió: El bosque me ha dado todo, tengo
un inmenso amor por él. Yo nací en este bosque que me ha enseñado el valor que
tiene la naturaleza. Este bosque me ha dado todo lo que soy y tengo. Este bosque
es mi origen y mi hogar, por eso y aunque no lo pueda apagar, si es necesario
voy a dejar mi vida lanzando gotitas de agua, llenas de amor.
Los otros animales entendieron el mensaje del picaflor y entre todos le
ayudaron a apagar el incendio.
Cada gotita de agua puede apaciguar un incendio. Cada acción que con amor y
entusiasmo emprendemos, se reflejará en un mañana mejor.
“No subestimes las gotas, porque millones de ellas
forman un océano. Todo acto que con amor realizamos, regresa a nosotros
multiplicado”
Es estimulante y ejemplar este artículo con chíspa, aunque la reflexión final, me ha llegado muy dentro.
ResponderEliminarTe felicito por ese trabajo tan gratificant, Rincón.
Asi es Aurora Boreal... esa última reflexión es el todo y llega muy adentro... pero, es mejor practicarla...
ResponderEliminarGracias Aurora.
Ya lo creo que llega Rincón, y muy dentro, aunque, claro, eso que me dices que lo mejor es practicarla, me deja un poco descolocado, pues en cierto modo, a quien no le gustaría sentir todo eso en su propio ser?
ResponderEliminarGracias Rincón por tus palabras.
Digo que es mejor practicarla porque todos deberiamos realizar las cosas con amor, aunque a veces...
EliminarGracias a ti por estar ahi.