Uno de los principios
básicos en Feng-Shui es la dicotomía entre yin y yang.
Son muchos los libros, artículos de Feng-Shui donde se describe detalladamente
estos conceptos que se utilizan para calificar y armonizar un espacio, pero
¿cómo los entendemos y aplicamos en nuestro entorno?
Primero hay que entender
que las cosas pueden verse en términos de dos tipos de energía: pasiva y
activa, o yin y yang. Cada signo sólo puede evaluarse
comparativamente, porque ninguna cosa es absolutamente yin o yang. El yin y el yang no son fuerzas opuestas, que se
enfrentan una a la otra, como ocurre con los conceptos religiosos del bien y el
mal, sino que se trata de opuestos complementarios tan interrelacionados, que
la existencia de uno precisa de la existencia del otro y de cuyo equilibrio
depende la armonía de los fenómenos y, en el caso de nuestros entornos,
el bienestar y la fortuna.
De la unión de estos dos
polos opuestos, surge el equilibrio y el balance dinámico que se manifiesta
como el Tai Chi, que se
asemeja al Tao que es
la unidad absoluta del Todo. Del Tao original surge toda manifestación, cada
parte se relaciona con una cualidad o característica. Las cualidades yin y yang son polos opuestos que se necesitan, se
complementan y se ciñen mutuamente en infinitas variaciones.
A través de la teoría del yin y el yang que surgió hace miles de años en
el texto clásico chino I Ching o libro de los cambios, el Feng-Shui analiza y
trabaja los entornos. Esta teoría señala que lo fundamental del concepto de yin y yang es la comprensión de que todo se encuentra en
continuo movimiento y cambio, de que absolutamente nada permanece fijo e
invariable, que todo en la naturaleza evoluciona, y que en ningún momento se
mantiene estancado y parado en el tiempo. A través de esta teoría, los
orientales se explicaban todos los fenómenos de la naturaleza, como los cambios
estacionales, del día y de la noche, el frío y el calor, el viento y el agua,
ciclos de la tierra y el cielo que deben mantenerse y cumplirse para lograr el
equilibrio y hacer que el Chi
fluya naturalmente.
El Yang es activo, masculino, dominante
y positivo. Está colmado de poder y de energía. El Yin es receptivo, femenino,
complaciente y nutriente, negativo (en cuanto a polaridad), pasivo, espiritual
y profundo. Etimológicamente hablando, “Yin”
significa “el lado de la montaña que
da a la sombra”, y el significado literal de Yang es “el lado que da al sol”. Se considera yin todo lo que tenga características
o tendencias similares al agua, como por ejemplo, la frialdad, la oscuridad y
la tendencia hacia abajo; y, yang
todo lo que tenga características similares al fuego, como por ejemplo la
calidez, la brillantez y la tendencia hacia arriba. La categoría yang es más dinámica, activa y se
manifiesta externamente frente a la categoría yin que es más pasiva, interiorizada e intrínseca, menos
evidente.
Cada objeto, situación o
elemento se relaciona con estas cualidades duales. El Feng-Shui procura
encontrar un equilibrio de estas cualidades. Mientras existe un equilibrio se
traduce en bienestar y buena fortuna, en cambio, mientras domina una de las dos
polaridades se rompe el equilibrio y aparecen los conflictos en distintos
aspectos de nuestras vidas. Todo exceso o carencia de yin o yang influye en el chi o energía de forma inconveniente. En nuestros
ambientes esto es lo primero que podemos observar y percibir como práctica del
Feng-Shui.
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