lunes, 26 de noviembre de 2012

LA PRINCESA DE ÉBOLI - ANA DE MENDOZA




La vida de Ana y su supuesto romance, ha llenado muchas páginas de la literatura romántica tanto en España como en el extranjero. Hay muchas contradicciones y suposiciones pero la realidad, no se ha llegado a saber nunca, de ahí que la historia de Doña Ana de Mendoza, la princesa de Éboli siga despertando mucho interés y que su vida, se haya rodeado de leyendas.


La Princesa de Éboli perdió un ojo, no se sabe muy bien por qué motivo, y el parche caracterizó a su personaje público. A pesar de ello, siempre fue hermosa, según el decir de la época, y su pasión y poder la llevaron a ser considerada una de las personas más influyentes de la Corte de Felipe II.

Ana de Mendoza de la Cerda nació en Cifuentes (Guadalajara) el 29 de Junio de 1540 descendiente de una poderosa familia aristocrática castellana , los Mendoza . Su padre virrey del Perú , Príncipe de Mélito y Duque de Francavilla) , Don Diego Hurtado Mendoza de la Cerda y su madre , Catalina de Silva y Toledo (hermana del conde de Cifuentes) .

Se casó a los 12 - 13 años con Ruy Gómez de Silva, hombre de confianza y amigo del rey, de origen portugués (Príncipe de Éboli, cuidad del Reino de Nápoles), veinticuatro años mayor que ella, se casó por recomendación del rey Felipe II. Tuvo que esperar varios años, para tener la edad adecuada para poder consumar el matrimonio,  por lo que fue a vivir con sus padres a Valladolid, aquí tuvo contacto con libros de magia, astrología y esoterismo y fue educada por su madre, mujer adelantada para su época , con una gran biblioteca.
Se cree que en estos años, acostumbrada a entrenar con espadas con sus lacayos, sufrió un grave accidente, que la llevó a perder su ojo derecho. Aunque el misterio entorno a la figura de esta mujer, es tal, que ni siquiera los especialistas se ponen de acuerdo en este dato. Se queda tuerta en algún momento entre los 12 y los 19 años, edad en la que consuma su matrimonio con Ruy. Su madre le escribe una carta muy afectiva en la que ya le llama cariñosamente "Mi tuerta".

Tras la muerte repentina de Ruy Gómez, tuvo que administrar un inmenso patrimonio, que le ocasionó gran cantidad de problemas, dificultades e incluso el verse inmersa en una conjura contra el rey, que le ocasionó la pérdida de gracia e influencia en la corte y la reclusión de por vida en el palacio ducal de Pastrana.

Al enviudar vivió un apasionado romance con Antonio Pérez, secretario de Felipe II, quien loco de celos, terminaría con ella de la forma más cruel.
Implicada en las intrigas de la corte, fue acusada de participar en el asesinato de Juan de Escobedo (secretario de Don Juan de Austria, hermano bastardo del rey). Todo esto la condujo a perder el favor real y a verse encarcelada, sola, alejada de todos, desposeída de sus bienes y de la custodia de sus hijos.

Tuvo gran influencia en la sociedad de la época, pero finalmente acabó encerrada en el palacio de Pastrana, por Orden del rey Felipe II, junto a su hija menor Ana, que la acompañó en su reclusión durante más de 11 años de su vida.

La leyenda de sus amores con Felipe II ha sido muy usada en la literatura y, por supuesto, en la "leyenda negra". Lo que sí fue cierto era que Escobedo había descubierto sus amores con Antonio, logrando que Ana odiara por ello a Escobedo. La posible denuncia debida a la lealtad de Escobedo al marido muerto seguramente enfurecería por el escándalo al riguroso Felipe II. Parece probable también una intriga compleja de Ana y Antonio acerca de la sucesión al trono vacante de Portugal y contra D. Juan de Austria en su intento de casarse con María Estuardo. El caso es que junto con Antonio, Ana instigó el asesinato de Juan de Escobedo (secretario de D. Juan de Austria) en 1578, logrando la aquiescencia del Rey al convencerle de unas supuestas intrigas de Escobedo.
Felipe II conoció los manejos políticos de Antonio Pérez y, con paciencia, fue preparando su caída. Finalmente Ana fue arrestada con Antonio en 1579, desterrada por Felipe II a Pinto, Santorcaz y luego a Pastrana en 1581, donde morirá atendida por su hija menor Ana de Silva (llamada Ana como la hija mayor de la Princesa, se haría monja luego) y tres criadas. En 1582 Felipe II despoja a Ana de la custodia de sus hijos y de la administración de sus bienes. Curioso es que mientras la actitud de Felipe hacia Ana podría tildarse de cruel, siempre protegió y cuidó de los hijos de ésta y su antiguo amigo Ruy. Felipe II nombró un administrador de sus bienes y más adelante llevaría las cuentas su hijo Fray Pedro ante la ausencia de sus hermanos.

Tras la fuga de Antonio Pérez a Aragón en 1590, Felipe II mandó poner rejas en puertas y ventanas del palacio Ducal de Pastrana. La Princesa se asomaba una sola hora al día por la ventana enrejada que daba a la Plaza que se llama desde entonces Plaza de la Hora. No está tampoco muy claro el porqué de la mencionada actitud cruel de Felipe II para con Ana, quien en sus cartas llamaba "primo" al monarca y le pidiera en uno de ellos "que le protegiera como caballero". Felipe II se referiría a ella como "la hembra". Ana y Ruy están enterrados juntos en la Colegiata de Pastrana.

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